6.2.13

VIOLETA

via El Diablo Ilustrado


Habían crecido juntas, la guitarra y Violeta Parra. Cuando una llamaba, la otra venía. La guitarra y ella se reían, se lloraban, se preguntaban, se creían. La guitarra tenía un agujero en el pecho. Ella, también. En el día de hoy de 1967, la guitarra llamó y Violeta no vino. Nunca más vino.
Ese día yo no estaba allí para evitarlo. Quizás, siendo Eduardo Galeano, con esa sabiduría enciclo-poético-vital, con esa imantación de su charla, te habría convencido de la falta que le hacías precisamente a esa vida de la que me has dado tanto. Claro que lo ideal hubiera sido personarme en tu Carpa, sentarme atravesado en un taburete frente a ti y llamarme Gilbert Favre. Tal vez me habrías peleado, tal vez habrías reído; en cualquier caso, el final sería el mismo: me habrías besado hasta los huesos.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros, que cuando los abro,
perfecto distingo lo negro del blanco,
y en el alto cielo su fondo estrellado
y en las multitudes al hombre que yo amo.

¿Y después? Tras revolcarnos apasionadamente… digamos... un tiempo..., y haber actuado unas cuantas veces en esa Carpa de la canción chilena —tu rincón-corazón—, volvería a poner mis pies en camino, a andar buscando mis propias músicas, y volvería tu ira a convertirse en canción: Corazón maldito
sin miramiento, sí, sin miramiento,
ciego, sordo y mudo
de nacimiento, sí, de nacimiento.

Con tus reproches de mujer, que se han hecho eternos, me has tejido el mito de galán villano. Claro que no habrías querido eso; no amaste a nadie más, ni yo, a nadie más que a ti. Eras —eres— un ser muy fuerte, y tierno a la vez, tal como un animalito del monte: silvestre, natural, sensible hasta el colmo, pero con unos arranques temibles. Eduardo, con su poder de síntesis, te dibuja a la perfección:
Violeta era pecante y picante, amiga del guitarreo y del converse y del enamore, y por bailar y payasear se le quemaban las empanadas. Gracias a la vida, que me ha dado tanto, cantó en su última canción; y un revolcón de amor la arrojó a la muerte.
Tu pasión era —es— ilimitada, no soportabas un minuto parecido a otro; mi sangre suiza y mi tempo clásico se ahogaban en tu energía volcánica. Recuerdo como te robaste París, algo increíble para una cholita sin atributos físicos, con solo la explosión de tu personalidad y la cultura abismal que te aportaron esos viajes tierra adentro, adonde hurgabas de caserío en caserío hasta dar con esas expresiones folclóricas remotas que te hicieron posible, Violeta Parra, ser la primera mujer latinoamericana en exhibir una exposición personal en el Museo del Louvre. Comencé entonces a ser simplemente tu sombra, acaso tu acompañante tocando la flauta. Cierto que era un lujo verte actuar y ser parte de ello, aunque fuese en una taberna, y otro lujo, el amarte después tras las copas de buen vino. Pero yo quería hacer también mis estudios y mis músicas, y tú eres un rabo de nube que arrasa —hermosamente, pero arrasa... Me das tormento. 
Corazón, contesta,
por qué palpitas, sí, por qué palpitas,
como una campana
que se encabrita, sí, que se encabrita.
¿Por qué palpitas?

Me cantabas ante cualquier distanciamiento, pero podría ser también ese el canto mío, solo que no tuve la gracia de tejer versos y melodías.
¿Qué he sacado con la luna
que los dos miramos juntos?
¿Qué he sacado con los nombres
estampados en el muro?
Como cambia el calendario,
cambia todo en este mundo.
¡Ay, ay, ay! ¡Ay! ¡Ay!
Por supuesto que no fui tu única pasión, añadiría que ni siquiera de las más importantes; eras una militante muy activa de la izquierda —que ahora sabemos universal. Todo lo que oliera a lujos, a avaricia, a dobleces, a poses burguesas, te asqueaba. Arremetías contra toda injusticia o poder con ironía mordaz, con temible audacia. Me han preguntádico varias persónicas
si peligrósicas para las másicas
son las canciónicas agitadóricas.
Ay, qué pregúntica más infantílica
Sólo un piñúflico la formulárica
pa mis adéntricos yo comentárica. 


Gravita sobre mí tu muerte. Una negra leyenda amorosa (que no deja de tener su dosis de verdad) tiende un manto de silencio sobre el dedo que apretó el gatillo. Sin dudas, el no ver en el horizonte un camino común, te golpeó mucho; pero tu inmenso corazón araucano tuvo otras grandes penas: muchas fueron bofetadas estruendosas… como cuando emplazaste hasta al poder Vaticano con aquella pregunta lapidaría: ¿Qué dirá el Santo Padre, que vive en Roma, que le están degollando a sus palomas?Miren cómo nos hablan de libertad
cuando de ella nos privan en realidad.
Miren cómo pregonan tranquilidad
cuando nos atormenta la autoridad.

Miren cómo nos hablan del paraíso
cuando nos llueven balas como granizo.
Miren el entusiasmo con la sentencia
sabiendo que mataban a la inocencia.

También te carcomía el alma tanta canción auténtica silenciada, tanta riqueza espiritual de la poesía popular arrinconada. Querías darte a todos y apenas llegabas a un minúsculo átomo de tu sueño. Tu gran ilusión, la Carpa de vinos, anticuchos, tortas, canto y baile, fue quedando en funciones para un puñado de amigos o alguna pareja de curiosos turistas.
Mientras más injusticias, señor fiscal, más fuerzas tiene mi alma para cantar. Ahora sabemos que aquella fuerza telúrica escondía también sus temores colosales. Nos hizo falta tu disparo espantando las aves para saberlo. Tu pueblo, tu canto, tu justicia, tu amor no cabían en la empobrecida realidad y estallaron. Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto
así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto,
y el canto de ustedes que es el mismo canto,
y el canto de todos que es mi propio canto.

Claro que de tener idea de lo que sucedería en tu carpa habría quemado mis naves en ti, pero te creía invencible. Y no podías serlo, Violeta; los verdaderos amantes son mortales. Así te fuiste y, sin embargo, qué curioso: Todo lo que tocaste se hizo eterno —hasta yo que ni siquiera puedo ser tu amante Gilbert y tengo que conformarme con llorarte o, mejor, con cantarte desde el anonimato de…El Diablo Ilustrado 

Maldigo la poesía 
concebida como un lujo cultural por los neutrales
que lavándose las manos se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido, 
partido hasta mancharse.
Gabriel Celaya

5.2.13

El mejor servicio secreto es el del Vaticano

via Contrainjerencia


FERNANDO RUEDA – “Es obvio que los Servicios de Inteligencia se subordinan a la política, pero no lo es menos que introducirlos en la arena pública en apoyo justificativo de decisiones gubernamentales, y aún partidistas, o enredarles incluso en operaciones de interés privativo, es un inmenso error”. Afirmó ayer Manuel Rey, coronel del Ejército del Aire y ex alto cargo del servicio secreto español, que participó en Aranjuez en una mesa redonda sobre “¿Utilizan los gobiernos a la policía y a los servicios secretos para sus intereses particulares?”.
Tras realizar una encendida defensa de la labor del CNI y de la increíble dedicación al trabajo de todos sus miembros, señaló que “cuando los Servicios de Inteligencia descienden al terreno de la política, o se mezclan con los intereses del partido gubernamental, están perdidos y ello por una razón muy sencilla: al producirse la alternancia de gobierno, el entrante “purga” la institución, de nuevo con criterios partidistas y en una suerte de enredo naturalmente autodestructivo”.

Para Rey: “Su trabajo debe estar presidido y limitado por el servicio al Estado, en un plano apolítico, al margen de los sentimientos íntimos y de los comportamientos electorales personales y de cualquier tipo de trastorno social”.

Preguntado por los alumnos del curso “El gran hermano nos vigila” cuál consideraba que era el mejor servicio de inteligencia, respondió sin dudar que el del Vaticano, aunque aseguró que siempre había admirado al espionaje cubano: “si no hubiera sido muy bueno, Fidel Castro no habría durado tanto tiempo”. También citó a los de las dos grandes potencias, Israel, el alemán BND, los ingleses y “por supuesto, los españoles, que está en ese selecto club de elegidos”.

Consideró que el asesinato de siete agentes del CNI en 2003 en Iraq “fue una imprudencia, un fallo garrafal” y que era verdad que en el Cesid se hizo el sello de los GAL, pero que la participación de La Casa en el terrorismo de Estado fue más intelectual que otra cosa.

Manuel Rey aclaró que estaban asistiendo a la conferencia varios miembros de su familia “porque quieren enterarse de lo que hice durante los 14 años que estuve en el Cesid” y concluyó con una frase de Alexandre de Marenches, antiguo jefe de los servicios de inteligencia de Francia: “Con mucha frecuencia, los Servicios pueden caer en la tentación de montar operaciones que la moral reprueba y la ley prohíbe…Pero están hechos para ello”.
Viaje tenebroso a las cloacas del Vaticano
ESTRELLA DIGITAL entrevista al periodista y escritor Eric Frattini, autor de ‘Los espías del Papa’ y conocido por la publicación en el 2004 de ‘La Santa Alianza’
11/05/2008 – Autor: Armando Huerta – Fuente: Estrella Digital digital

Eric Frattini es un periodista de raza. Ama tanto la investigación periodística, se divierte tanto descubriendo pequeños detalles entre papeles secretos y legajos olvidados, que un día decidió abandonar la redacción para encerrarse en su despacho –cual torre de marfil– y dedicarse a escribir libros. No es de los autores que se enclaustran; como los zorros, que salen con sigilo por la noche para cazar sus presas, Frattini sale de la guarida y viaja por el mundo en busca de expertos, archivos y bibliotecas. Recoge historias sorprendentes y documentos reveladores que vertebran después sus libros. Una de las instituciones que con mayor denuedo ha investigado es la Iglesia. Autor en 2004 de La Santa Alianza (Espasa), Frattini nos regala ahora otra historia apasionante o, mejor dicho, otras historias apasionantes: las de los más famosos e influyentes agentes del servicio de inteligencia vaticano. Los espías del Papa (Espasa, 2008) relata la historia del servicio de inteligencia vaticano a través de sus primeros espadas. Durante los últimos 442 años –se lee en la contraportada– los agentes del servicio de inteligencia del Estado Vaticano, conocido en su origen como ‘La Santa Alianza’ y actualmente como ‘La Entidad’, han defendido los intereses económicos, políticos y religiosos del país más pequeño y también uno de los más poderosos del mundo. Para ello asesinaron, conspiraron, envenenaron, robaron, difamaron o mintieron en el nombre de Dios…Eric Frattini habla del libro no sólo con rigor documental, también con la pasión que le caracteriza. Hablando con él se descubre un libro tan interesante como controvertido.


Entrevista

Los Espías del Papa. Sólo con el título su libro habrá generado animadversión en ciertos sectores de la Iglesia, ¿está escrito contra alguien?

No. Yo escribo sobre la política vaticana y no sobre Dios o el catolicismo. Entiendo que muchas cosas que reflejo en los Espías del Papa, son cuestiones que han hecho los funcionarios vaticanos, o en este caso sus servicios de inteligencia, pero como digo siempre, mis libros no son anticatólicos, ni contra Dios.

¿Considera que ha escrito un libro de historia, de política o de teología?

Sin duda alguna sobre historia y política. Piense que desde hace 2008 años, la iglesia católica ha mantenido el máximo secreto en todo lo que hacía, desde una ceremonia a un tratado, desde cómo enterrar a un Papa a las operaciones encubiertas de su servicio de inteligencia en la Polonia comunista.Es decir, siempre digo que para el Vaticano, todo lo que no es sagrado, es secreto y aún en pleno siglo XXI, con Benedicto XVI las cosas siguen igual. Mis ensayos sobre el Vaticano están basados en documentos políticos e históricos, nunca teológicos.

¿Por qué recurrió el Vaticano a la figura del espía?

El Estado Vaticano es uno de los países más poderosos de la tierra y como decía el papa Juan XXIII, su PIB se mide en número de almas y no en dólares. Juan Pablo II levantó el dedo a Bush por la Guerra de Iraq y a Zapatero, por los matrimonios homosexuales. Desde este principio, los espías de la Entidad, han marcado la historia de los propios pontífices y de la Iglesia católica en los últimos 500 años.

Mi libro relata la historia de David Rizzio, el primer espía papal reconocido y que estaba destinado en la corte de la católica reina de Escocia, Maria Estuardo, hasta la biografía de Luigi Poggi, el que fue todopoderoso jefe de la ‘Entidad’ durante los años más activos de operaciones encubiertas del espionaje papal en Polonia, durante el pontificado de Juan Pablo II.

¿Qué labores se les ha encomendado a los servicios secretos vaticanos a lo largo de la historia?

Los servicios secretos vaticanos han actuado como cualquier servicio secreto de otro país. Durante el siglo XIX llegaron a matar a miembros de organizaciones contrarias a los intereses de los Estados Pontificios; sus agentes llegaron a ayudar a evadirse a criminales de guerra nazis tras la Segunda Guerra Mundial; realizaron campañas de propaganda encubierta en Rusia durante la invasión alemana; crearon una división llamada el ‘Russicum’ con el fin de establecer una jerarquía católica en la Rusia soviética de forma estable y secreta; sus espías combatieron con ayuda de la CIA de Ronald Reagan, a los llamados curas rebeldes de la teología de la liberación en la Latinoamérica de los años 80; ayudaron a lavar dinero de sociedades fantasmas montadas por el Banco Vaticano; apoyaron golpes de estado como el de los coroneles en Grecia; crearon junto con la CIA, operaciones para desestabilizar el gobierno comunista de Polonia; y así un largísimo etcétera.

¿Qué clase de órdenes recibían del Papa?

Realmente no es el Papa quien da las órdenes a los agentes del servicio de inteligencia, sino la Secretaría de Estado. Aunque la Entidad, es un órgano independiente como puede ser la Guardia Suiza o el Banco Vaticano, la Entidad depende de un Prefecto, quien reporta directamente al Secretario de Estado Vaticano.

El Prefecto y que forma parte del Comité de Seguridad, creado por Juan Pablo II, mantiene reuniones periódicas con el Secretario de Estado para informar de problemas que puedan suceder o interferir en la política de la Santa Sede. Cada semana se entrega al Papa y al Secretario de Estado un informe de inteligencia en el que están recogidos diversos acontecimientos relacionados con seguridad.

En su libro los espías vaticanos aparecen como profesionales que anteponen el fin a los medios, ¿son seres “maquiavélicos”?

Son agentes de inteligencia y por lo tanto se mueven entre las sombras para defender los intereses, en este caso papales y del Vaticano. Yo creo que todo espía debe tener su cara ‘maquiavélica’ para poder llevar a cabo su tarea y los espías del papa, han sabido durante cinco siglos anteponer los intereses del Vaticano para salvaguardar la fe, por la cruz y por la espada. Ese ha sido tal vez su lema durante siglos.

De la lectura de Los Espías del Papa se desprende que la venganza es, en gran medida, motor y vertebrador de las acciones que pone en marcha la “Santa Alianza”, ¿está de acuerdo con esta afirmación?

Bueno, la propia Santa Alianza, o ‘La Entidad’ como hoy es conocida, se creó en 1566, por orden del papa Pío V, con la única intención de matar a la hereje Isabel I de Inglaterra y poner en el trono a la católica Maria Estuardo. Desde ese mismo acontecimiento, la Santa Alianza llevó a cabo la ejecución de Enrique IV de Francia, de Guillermo de Orange, de oficiales de Napoleón, de líderes de Garibaldi, de libertarios contrarios a la política pontificia y de muchos otros.

Yo estoy de acuerdo con un personaje que llegó a decir que ‘la venganza es la viva esencia de la política’ y en eso los servicios de inteligencia del Vaticano han sido unos maestros.

¿Qué ‘pecados capitales’ han cometido a lo largo de la historia los servicios de inteligencia papal?

Por lo pronto han violado muchos mandamientos: no matarás, no robarás…y muchos otros más en nombre de los intereses de la política papal durante los últimos cinco siglos. Se ejecutó a mucha gente oficialmente durante el pontificado de Pío IX, al que después hicieron santo. Con Pío XII, la Entidad fue muy activa durante y después de la guerra; con Juan XXIII, se paralizaron sus operaciones por orden papal; con Pablo VI y Juan Pablo II, ha sido de las épocas más activas de toda su historia.Con Pablo VI, sus servicios de inteligencia tomaron una parte muy activa en el llamado ‘Golpe de los Coroneles’ en Grecia.

Eric Frattini asegura también que los espías del Vaticano llegaron a cambiar el curso de la Historia, ¿en qué sentido? ¿Está pensando quizá en su papel para la caída del comunismo?

Sin duda alguna. Yo creo que los tres grandes vértices políticos que acabaron con el comunismo fueron Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Juan Pablo II. Entre los tres, apoyados por sus jefes de inteligencia, William Casey (CIA), Colin Figures (MI6) y el obispo, ahora cardenal, Luigi Poggi (Entidad), mantuvieron una conexión muy estrecha para acabar con el Muro de Berlín.Los tres, sabían que si caía Polonia, por la teoría del dominó caerían el resto de países del este, como así fue. Yo creo que la Entidad si ayudó a cambiar la historia.

El asesinato de David Rizzio, el espía del Papa y amante de María Estuardo, es descrito en el libro con extraordinaria viveza y profusión de detalles, ¿cómo se consigue recabar datos tan prolijos?

Existen en los archivos históricos de Inglaterra y en los de la Corona de Escocia en Edimburgo, informes muy precisos tanto de la relación de Rizzio con la reina Maria, como de su correspondencia secreta con Pío V. Pude ver hasta el boceto que alguien hizo a lápiz de cómo quedó la zona de Kirk O’Field, cuando los agentes papales mataron a Enrique Darnley, el esposo de la reina, para vengar la muerte de Rizzio.

Pude leer también las cartas e informes secretos redactados por Louis Siffrein Joseph de Salamon, el espía papal en la Francia revolucionaria. Todo es documentarse y saber buscar bien esa documentación.

¿Cómo han cambiado los espías del Papa desde el David Rizzio del siglo XVI hasta el Luigi Poggi al servicio de Juan Pablo II?, ¿cómo ha cambiado en este tiempo la “geopolítica de la fe”?

Yo creo que en términos generales no ha cambiado mucho. Los objetivos del papa Benedicto XVI son iguales a los del papa Pío V; los objetivos de la Santa Sede son iguales a los de los Estados Pontificios; los objetivos de la Entidad son iguales a los de la Santa Alianza. Yo creo que en general no han cambiado los objetivos. Lo que si ha cambiado es la geopolítica de la fe, como usted dice.

La Inglaterra hereje de ayer, es la China de hoy; la perdida de católicos en Alemania y Países Bajos de entonces, es el Brasil o la Filipinas de hoy; el enemigo protestante, luterano o calvinista de ayer, son hoy las sectas baptistas u otras sectas como la Cienciología. Como ve, los enemigos de ayer son en realidad bastante parecidos a los de hoy, sólo que ahora la Entidad espía mucho, pero mata poco.