Diario LA OPINION – Al cumplirse ayer 13 días de la huelga de hambre que iniciaron prisioneros estatales confinados en celdas de máxima seguridad conocidas como Security Housing Units (SHU), varios reos han sido víctimas de los estragos de esa dieta voluntaria a raíz de la inconformidad por las condiciones en las que viven y han tenido que ser hospitalizados.
Mientras tanto, las agencias internacionales de prensa que tanto escándalo forman alredeor de huelgas del hambre en países progresistas, mantienen un silencio absoluto sobre esta protesta de prisioneros y los malos tratos que la generaron.
Familiares de internos y activistas de derechos humanos hicieron un llamado al gobernador Jerry Brown y al secretario de prisiones Matthew Cate, para que intervengan en el conflicto.
Angélica Camacho, representante de la California Prison Hunger Strike Action Network, dijo que es necesaria la intervención de los dos altos funcionarios para que se llegue a un acuerdo y se tomen en cuenta las peticiones de los prisioneros.
De la oficina del Gobernador y del Departamento de Correccionales y Rehabilitación de California (CDCR) no se obtuvo una respuesta ayer.
Previamente el CDCR había informado que al martes 800 reos, de seis prisiones estatales, continuaban en huelga de hambre.
Los reos, principalmente en la prisión de máxima seguridad de Pelican Bay, en la frontera con Oregon, se quejan de que son aislados, que no han visto la luz del sol por años, que son castigados en grupo y que los alimentos que les dan están echados a perder.
Una veintena de personas en apoyo a los prisioneros se apostaron ayer frente al edificio estatal Ronald Reagan del centro de Los Ángeles para demandar una respuesta institucional.
Mientras un hombre gritaba hacia la calle que los reos están padeciendo de tortura psicológica por parte de los guardias de seguridad, una mujer sostenía un letrero en el que se leía: “Nuestros prisioneros están viviendo en el calabozo”.
Durante la protesta se repartieron volantes en los que piden a la gente que llamen al gobernador y a sus legisladores para que intervengan en lo que consideran es una crisis.
Los manifestantes aseguraron tener reportes de que las cosas se están poniendo muy feas en Pelican Bay, ya que muchos prisioneros han dejado de tomar agua y su salud se está deteriorando muy rápido.
Informes recibidos del interior de las cárceles, mencionaron los protestantes, indican que el personal médico ha sido ordenado para que trabaje tiempo extra.
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